Mademoiselle. No hacía falta decir más. Simplemente por este genérico apelativo se conocía en el tout Paris a Gabrielle Bonheur Chanel, la Gran Dama de la Alta Costura.
Si detrás de todas las casas de moda del pasado siglo hay un gran creador, La Maison Chanel puede presumir de tener como fundadora a uno de los personajes más grandes e influyentes de toda la historia en el sector.
COCO fue una visionaria. Una luchadora que se sobrepuso a su destino de clase humilde, para convertirse, a pesar de su áspero carácter, en una celebridad adorada por la alta sociedad. Invitada en todas las fiestas, fue amante de hombres importantes y amiga de las más grandes figuras intelectuales de su época: Jose Maria Sert y su esposa, Misia; Jean Cocteau, el gran Diaghilev, Stravinski, y muchos otros, formaron parte de su círculo más íntimo. Hija de madre soltera y criada en la pobreza, a pesar de tener una lujosa vivienda encima de su tienda de la parisina Rue Cambon, se permitía vivir largas temporadas – y sus últimos años- en una suite del Hotel Ritz que mantenía permanentemente reservada.
Rígidamente educada en un orfanato administrado por religiosas, fue sin embargo un espíritu libre que quiso – y consiguió – liberar a las mujeres por medio de sus diseños, erradicando con su autoridad el uso de vestidos largos y pesados, enaguas, ballenas y corsés; implantando una revolucionaria forma de vestir con prendas sueltas, ligeras y desestructuradas; inventando el look casual y deportivo pero elegante, que permitía a sus clientas brillar en sociedad con modelos sencillos y cómodos. Era, a pesar de su pretendido simplismo, una perfeccionista que a menudo retocaba sus diseños sobre la maniquí de turno, pudiendo fácilmente someterla a la tortura de aguantar durante horas de pie, hasta dar por buena la prenda.
La historia y el éxito de Chanel se sustentan sobre cinco pilares, tan originales como inconfundiblemente suyos: El sastre de lana, la petite robe noire, las largas vueltas de perlas falsas, los emblemáticos zapatos beige con puntera negra, y el mítico shoulder bag acolchado.
Verdaderos tótems personales e innovadores que la identifican y distinguen de todos los demás, resumiendo en unas pinceladas su magistral filosofía creativa, vigente y actual en pleno SXXI. Chanel sigue siendo a día de hoy una de las firmas más lujosas, refinadas y caras del universo de la alta moda. De la mano de Karl Lagerfeld, sus diseños han evolucionado sin perder un ápice del espíritu de Mademoiselle, siendo reconocibles a distancia. Algunos de ellos, con a penas una mínima actualización, siguen vendiéndose año tras año.
No podemos olvidar su legendario perfume, otro de sus grandes hitos, y el primero firmado por un diseñador. Llamado simplemente «El Nº 5«, con un aroma cálido y sensual, es el más vendido de toda la historia. Célebre la anécdota que alimenta su leyenda: Cuando preguntaron a Marilyn Monroe qué se ponía para dormir, ella contestó: «Solo unas gotas de Nº 5«.
Paul Morand, amigo y confidente de Mademoiselle, nos dejó muchas claves para entender esta formidable figura, en su biografía «El Aire de Chanel». De entre su legado, escojo una de mis frases favoritas: «Nunca se es demasiado delgada ni demasiado rica«.
Precursora de tantas cosas, también fue la primera que utilizó el logo con sus iniciales como imagen de su marca: Pronto las dos «C», negras y en espejo, fueron el símbolo para identificarla de un simple vistazo.
COCO murió el 10 de enero de 1.971, a los 87 años, con la única compañía de su doncella, a quien dirigió sus últimas palabras: «Mira, así se muere«.
Cumplidos los cien años de su fundación como tienda de sombreros en 1.910, y cuarenta años de su muerte, igual que todas las grandes obras, La Maison Chanel ha sobrevivido a su fascinante creadora.
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