Tag Heuer, como bien sabréis, es una marca relojera de prestigio, muy vinculada al mundo del deporte, en el cual tan importante es, a veces, la medición exacta del tiempo, y este reto está presente en el día a día de esta marca.
Sin embargo, los Tag Heuer no son sólo relojes-instrumento, parcos en diseño y simplistas en sus funciones. Son mucho más que eso. Conjugan calibres manufacturados innovadores con diseños clásicos como el conocido modelo Link, o líneas más impresionantes como el Carrera Calibre 16 Day-date, que hoy nos ocupa.
Podría hablar de características como su cristal de zafiro, su caja de acero de 43mm. de diámetro, o su bisel taquímetro, pero no estaríamos añadiendo nada nuevo a un reloj de esta gama.
Lo que realmente lo diferencia de los demás es poder cogerlo, sopesarlo y probárselo en la muñeca, como he tenido oportunidad de hacer no hace mucho, para comprobar el resplandor de los números árabes alrededor de la esfera a modo de velocímetro, o el marco biselado en acero pulido para el doble fechador que nos indica el día del mes y semana.
También lo dota de distinción la tridimensionalidad de las subesferas creando un conjunto sublime, compacto y muy técnico.
Este modelo existe en tres versiones de esfera distintos: Negro, blanco (crema) y marrón.
No sabría con cual acertar en mi elección, ya que cada color le otorga un matiz distinto al mismo concepto, pero sin perder ni un ápice de esa mezcolanza entre elegancia y deportividad que ya caracterizaba, en su época, la versión anterior del cronógrafo Carrera y con el que éste convivirá actualmente en la colección Tag Heuer del 2010.
Su precio, a mi modo de ver está más que justificado, situándose en la franja de los 2.500-3.500 euros, dependiendo de la combinación de brazelete de acero o correa de piel con cierre deployante.
Sin duda un compañero excelente para cualquier ocasión o vestimenta.
Cronógrafo TAG Heuer Carrera Calibre 16 Day-date
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