Nunca un libro ha inspirado tanto, nunca un perfume nacido de la lectura bajo un limonero en la costa del Mediterráneo ha llenado tantas páginas de revistas. Eso ha hecho la escritora Marguerite Yourcenar con su libro «Memorias de Adriano«, al inspirar a Annick Goutal en la elaboración del perfume insignia de la marca. Eau d’Hadrien nació en 1981 y se consideró un perfume contracorriente (dada la invasión de perfumes densos durante la década de los ochenta). La propuesta tenía el hechizo del perfume francés tradicional hecho en pequeñas cantidades por una perfumista parisina, además la nula publicidad lo convirtió en objeto de culto de los «fashionistas». La lista de celebrities y hombres de estado que han declarado usarlo es interminable.
Eau d’Hadrien es un aroma cítrico con base amaderada, dirás «de estos hay muchos», pero ninguno es como este. La salida olfativa es un zumo de limones recién exprimidos en una terraza con vistas al mar. Con la particularidad de que no están tiernos, sino ligeramente secos. Tal vez la aridez provenga de la mezcla con maderas, pero lo cierto es que tienes la sensación de una brisa fresca en el rostro, con el mar de frente y un bosque al fondo. El olor a limones desaparece rápidamente, pero la perfumista logra mantener esa visión idílica mientras dura el perfume. Se huelen las hojas de los árboles entremezcladas con el boquet cítrico y una nota empolvada que sublima los cítricos y augura la llegada de sutiles arreglos florales. El ylang-ylang y un melange de rosas y jazmines le permite alcanzar cierta complejidad a la composición. Sorprende la elegancia de las notas graves, Annick Goutal no cae en la vulgaridad de endulzar con vainilla, ámbar o especias exóticas sino que encumbra el olor resinoso, verde y ligeramente ahumado del ciprés. Eau d’Hadrien puede venderse como perfume masculino o femenino solo cambiando el frasco porque se mantiene en «tierra de nadie», no se extiende hacia ningún extremo.
El casi uso exclusivo de materias primas naturales (80%) hace que los perfumes de Annick Goutal no duren en la piel más que el tiempo de volatilidad natural de los elementos usados. Muchos se quejan de la poca duración, y tienen toda la razón. Yo también desearía que durase más, pero igualmente me gustaría que las puestas de sol fuesen eternas y no lo son, o que fuese verano 6 meses del año… La naturaleza es sabia, no lo olvidemos. Eau d’Hadrien se queda pegado a la piel durante unas 2 ó 3 horas (al menos en mí) sin proyectarse apenas. Yo diría que es un perfume etéreo, un placer para quien lo lleva y los que estén muy cerca.