Lo primero que le viene a uno a la cabeza cuando oye lo de «Nespresso Variations»: lo han vuelto a hacer; a ver con qué nos salen éstos ahora. Y no es para menos. La marca suiza, formada en los 80 por el omnipotente y omnipresente Grupo Nestlé, ha cambiado la experiencia de tomar café en menos de lo que tarda en cargar su sitio web. Así, sin despeinarse. Si tomar el té es toda una institución, ahora, y desde hace poco más de 5 años, tomar un Nespresso es toda una religión repleta -como debe ser- de rituales, iconos, reliquias y mucha, mucha fe. Una práctica nada pagana, sólo para creyentes y fieles pudientes.

Su gama de productos desafía a los dioses de Inditex -salvando las distancias-, con todas sus marcas y submarcas. Las mil y una cápsulas multicolores de Nespresso posan en sus expendedores de super diseño retando al arte, a la moda, hasta a la arquitectura. Y luego bajan a la tierra para convertirse en (sólo) café -eso, sí, un café exquisito-.

Nespresso Variations es una colección cápsula -y nunca mejor dicho- que viene a provocar. Un detonador de curiosidad y todavía más deseo, si cabe, de hacerse con esos pequeños fetiches que uno acaba queriendo combinar hasta con lo que lleva puesto. «¿De qué color es su deseo?» -curioso hablar de deseo y no tutear- presenta una serie de 3 nuevas notas tan refinadas como la flor de vainilla, tan exóticas como las cerezas maduras, tan potentes como el chocolate negro. Y ya no hay marcha atrás. Ya no importa que te guste tanto el café que pases de sabores y aderezos. Es más; de nada sirve que ni siquiera te guste el café. Esto ya no va de café, amigo. Va de fetichismo. Puro hedonismo. Si te gusta o no, es secundario. Si es que sí, estás perdido. Y si no, quedarán tan bien en tu cocina que… ¿qué más da si las necesitas?

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