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Ruta del Vino Ribera del Duero

Ruta del Vino Ribera del Duero



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¿Qué es la Ruta del Vino Ribera del Duero?

La Ruta del Vino Ribera del Duero recorre el corazón geográfico de la Península Ibérica y de Castilla y León. Abarca cuatro provincias –Burgos, Segovia, Soria y Valladolid- y engloba a 8 asociaciones, el Consejo Regulador y 54 municipios que albergan 57 bodegas, 22 restaurantes, 18 alojamientos, 11 enotecas y comercios especializados, 20 museos y centros de interpretación, 3 spas, centros de degustación y cursos de cata, bares de vinos, un centro ecuestre, una quesería, centro de piragüismo y agencia de viajes.

La Ribera se extiende por una franja de 115 kilómetros de ancho y 35 kilómetros de alto. Cuenta con 21.000 hectáreas de viñedo plantado y en la región se embotellan cada año casi 50 millones de litros de vino. En esta tierra el vino es sagrado. Se cuida, se mima, se ama. Acercarse a conocer los encantos de Ribera del Duero es vivir una experiencia inolvidable y auténtica. Porque en Ribera se disfruta de las pequeñas cosas que hacen hermosa la vida.

Bodegas de ayer y de hoy

Belleza es lo que destilan las bodegas subterráneas que conservan muchos de los pueblos de la Ruta del Vino Ribera del Duero. Bodegas con siglos de historia excavadas en el subsuelo a una profundidad que oscila entre los 9 y los 12 metros y cuya finalidad fue elaborar y almacenar el vino. Un laberinto de galerías y naves de los siglos XII-XII reforzadas con bellos arcos –los más antiguos de piedras- que envuelven al visitante en una atmósfera casi mágica. Los pueblos de la Ribera enseñan estos tesoros del pasado a los viajeros como muestra de que en esta tierra el vino forma parte de la cultura misma de sus gentes.

Estas obras de ingeniería conocen el secreto para elaborar vinos de calidad: mantienen todo el año una temperatura constante en torno a los 14 grados y su humedad no varía en exceso gracias a una perfecta ventilación conseguida gracias a las zarceras y las escaleras, que impiden que se creen corrientes de aire. En el interior de una bodega subterránea se oye el silencio. Ningún ruido estorba al vino, que reposa en barricas de roble y bajo una luz tenue. En el ambiente, un olor intenso a madera y frutos secos imprimen el carácter único de los vinos de Ribera del Duero.

Las bodegas que hoy siguen paseando el nombre de Ribera del Duero por todo el mundo también tienen abiertas sus puertas a los visitantes que deseen conocer los secretos de la elaboración del buen vino. Ofrecen, de manera profesionalizada y cumpliendo los más altos estándares de calidad, la posibilidad de realizar una visita guiada por sus instalaciones: por las salas de barricas, por los dormitorios de botellas, por los viñedos, por las salas de cata… El enoturismo cuenta cada vez con más seguidores que disfrutan de un paseo a caballo entre viñedos, de una comida maridada en la propia bodega, de un picnic a los pies del Castillo de Peñafiel, de una ruta cicloturística por los principales monumentos de la zona, de un viaje de incentivos empresarial o de una cata de vinos.

Los viticultores en Ribera del Duero no han dudado en adaptarse a las nuevas necesidades de los viajeros. Y ya no sólo se dedican en cuerpo y alma a la elaboración de los vinos de Ribera, sino que también cuidan de sus visitantes. Les ofrecen bodegas de vanguardia, modernas –algunas de ellas llevan la firma de los más reconocidos arquitectos del mundo-, adaptadas al turista, con salones para acoger todo tipo de celebraciones y equipadas con los más sofisticados medios técnicos. En las bodegas de Ribera del Duero se hace vino y turismo.

Gastronomía de la Ribera del Duero

Un buen vino se disfruta mejor acompañado. Y por eso Ribera del Duero sabe a cocina de toda la vida y materias primas de calidad. La gastronomía de los pueblos de la Ruta posee estilo propio. Uno de los grandes protagonistas de la cocina castellana es el cordero lechal. Asado a 180º C en hornos de barro alimentados con leña de encina, su elaboración se basa exclusivamente en la calidad del producto y en la habilidad del maestro asador. El resultado es una carne delicada, rosada y jugosa que se funde en la boca. Una delicia para los paladares más exquisitos. Un producto 100% natural, bajo en grasas y abundante en sabor. El Consejo Regulador IGP vela desde el nacimiento mismo de los lechazos, por la procedencia y la calidad del producto.

Pero el recetario tradicional castellano es mucho más amplio: embutidos como la morcilla o el chorizo, queso, setas, sopa castellana, chuletillas de cordero, pimientos asados, torta de aceite, cuajada de Burgos con miel de flores, empiñonados, hojaldres y yemas, son sólo algunos de los platos típicos de la zona.

Mención especial merecen las carnes en esta región. La caza es abundante, siendo la paloma, la perdiz, la liebre y el conejo así como las codornices las más significativas. En la cocina castellano-leonesa hay influencias de las culturas árabe, judía y cristiana. Todas ellas han ido dejando en el recetario tradicional un estilo y una personalidad propios.

Al castellano le gusta comer y disfrutar con los placeres de la buena mesa. En Castilla y León ‘ir de tapas’ es una de las tradiciones que nunca se pierden. Con los amigos o con la familia, cualquier momento es bueno para reunirse en torno a una botella de vino Ribera del Duero y las delicatessen que ofrece esta tierra.

Dormir en una Posada Real o relajarse con tratamientos de vinoterapia

La oferta hotelera y de ocio de la Ribera del Duero es otro de sus grandes atractivos. Su propuesta enoturística abarca un sinfín de opciones que se adaptan a todos los gustos y bolsillos. Ribera es el destino ideal para pasar unos días de vacaciones. Ofrece planes y experiencias originales y divertidas para familias con niños, para parejas, para grupos de amigos, para amantes y grandes conocedores de los vinos, para empresas, para deportistas, para moteros…

¿Quién se podría resistir a la tentación de dormir en una Posada Real que perteneció al Duque de Lerma y en la que durmió el rey Felipe III? ¿Quién no sueña con escaparse de la rutina y relajarse en un spa a base de tratamientos de vinoterapia, envolturas o baños relajantes entre metales preciosos como el nácar y el oro que imitan al sol y la luna? ¿Quién no busca que los más pequeños de la casa se diviertan y aprendan de manera natural rodeados de ciervos, ovejas y halcones o pisando uva en el Museo Provincial del Vino? ¿Hay un marco mejor para una reunión de empresa o un viaje de incentivos que crear equipo entre viñedos y barricas de roble?

Ribera del Duero es sinónimo de vinos tintos y rosados elegantes, equilibrados, de aromas intensos que han madurado en las mejores condiciones posibles. Pero en torno al mundo de las bodegas ha surgido toda una oferta complementaria de calidad que consigue que el viajero disfrute al máximo de su estancia. En la Ribera, el mundo puede esperar.

Una Ribera muy natural y con mucho arte

La Ruta del Vino Ribera del Duero ofrece al visitante lo mejor que tiene, que es mucho. Pueblos con encanto, como Peñaranda de Duero, La Vid, Langa de Duero, Haza, Aranda de Duero, Roa, Peñafiel, Quintanilla de Onésimo, Valbuena de Duero, Milagros, San Esteban de Gormaz, Pedrosa de Duero, Vadocondes, Atauta, La Horra, Pesquera de Duero, Quintana del Pidio, Curiel de Duero… Encanto en forma de monumentos, de castillos, de torreones y claustros, de plazas con rollo, de gastronomía, de paisajes, de historia, de conventos de clausura.

Los vinos de Ribera del Duero son sólo la puerta de entrada, el atrio de una tierra con sabor. La Ribera sabe a Monasterio de Santa María de Valbuena y a Monasterio de La Vid, a templo de San Miguel y Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, a castillo de Peñafiel y las murallas de Haza, a Palacio de Avellaneda, a bodegas subterráneas, a museos del vino, al Centro de Interpretación de la Lana, a Casa de la Ribera, a Museo de Arte Sacro, a aves rapaces sobrevolando las Hoces del Riaza.

El río más vitivinícola

Nadie podría entender el espíritu castellano sin conocer a uno de sus grandes forjadores: el río Duero. Sus aguas vertebran esta región de este a oeste, moldean su historia, sus ciudades y sus parajes naturales. El tercer río más largo de la península es también el más vitivinícola. Los viñedos le acompañan durante todo su transcurrir por la Ribera.

Además, el cauce de este río es el marco idóneo para las actividades de turismo acuático como piragüismo o kayak, natación… Ambas orillas se han convertido en los caminos perfectos para la práctica de deportes al aire libre. Es frecuente ver a gente practicando ciclismo, rutas cicloturísticas, senderismo o practicando trekking. Vida sana y natural en un entorno privilegiado.

Ribera del Duero sorprende al visitante con paisajes que cautivan y por los que la imaginación se pierde. Siempre nos acompaña el rumor del agua del Duero. Es un fiel compañero de viaje que nos adentra por paisajes horizontales que entremezclan los tonos verdes y ocres de la vid, el trigo y los pueblos.

Fiestas con Denominación de Origen

Uno de los mejores momentos para acercarse a Ribera del Duero es coincidiendo con sus festividades, romerías y festivales. Dicho con otras palabras, cualquier época es buena para visitar la Ruta porque durante todo el año los pueblos de la comarca se visten de gala. La Fiesta de la Vendimia en el mes de septiembre, los veranos culturales, la Festividad de San Roque y la Asunción en Roa, Nuestra Señora del Prado o las Fiestas de la Virgen de las Viñas, romerías como las de la Virgen de la Vega o la del ‘Santito’, mercados medievales, la Bacanal romana en Baños de Valdearados, ‘Las Mayas’, el Sonorama-Ribera, La Francesada, Los Danzantes de Fuentelcésped, concentraciones moteras, jornadas gastronómicas como las del Lechazo de Aranda de Duero o las de Castilla y León, las jornadas de la matanza de diversos pueblos de Soria, concursos de tapas, pinchos y banderillas, Las Candelas, Fiduero y Riberexpo, certámenes internacionales de bandas de música o el Chúndara’ de Peñafiel –declarada Fiesta de Interés Regional- son sólo algunas de las festividades que se celebran en la Ribera.

El momento álgido se vive en Semana Santa. Los pueblos de la Ruta del Vino Ribera del Duero renuevan cada año tradiciones ancestrales. Cada año la Pasión Barroca sale a la calle. Quizás la Fiesta más conocida sea la Bajada del Ángel, una escena conmovedora y emocionante que se escenifica el Domingo de Resurrección en las localidades de Aranda de Duero y Peñafiel, ésta última Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, y que tiene reminiscencias de los Autos Sacramentales de la Edad de Oro. Un niño desciende por la portada del templo gótico de Santa María, una obra que ordenaron construir en el siglo XVI los Reyes Católicos. Este gesto ha dado la vuelta al mundo y atrae a numerosos turistas cada año.

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