Sibaritissimo

Vacheron Constantin Métiers d’Art “Chagall & l’Opéra de Paris”

Vacheron Constantin Métiers d’Art “Chagall & l’Opéra de Paris”



Vacheron Constantin, que lleva cuatro años patrocinando la Ópera Nacional de París, comparte con esta institución el arte de la precisión, la renovación y las maravillas. El dominio técnico y estético de tal arte depende de diversos oficios artísticos. En honor a esta alianza, Vacheron Constantin ha diseñado una serie excepcional de quince relojes únicos que rinden homenaje a los principales compositores de todos los tiempos, los mismos que inspiraron a Marc Chagall para decorar el techo de la Ópera Garnier con un mural monumental. La extraordinaria serie de relojes Métiers d’ArtChagall & l’Opéra de Paris” ilustra magistralmente una de las artes más destacadas de la historia, que ha sido perpetuada escrupulosamente por la manufactura.

En la gala que se celebró el 20 de noviembre de 2010 en el Palacio Garnier con motivo del trigésimo aniversario de la Association pour le Rayonnement de l’Opéra National de Paris (los Amigos de la ópera y del ballet de París), se presentó el primer reloj, que luce una reproducción fiel de todo el mural de Chagall, elaborada mediante la técnica ginebrina de la decoración en miniatura con esmalte grand feu. La caja de oro amarillo enmarca una esfera de 31,5 milímetros de diámetro que exhibe en miniatura la pintura de 200 metros cuadrados. Esta asombrosa proeza ya forma parte de la colección Heritage de Vacheron Constantin.

El segundo reloj se dará a conocer en la quinta edición de las Journées des Métiers d’Art (Jornadas de los Oficios Artísticos), organizadas por la Escuela Nacional de Artes y Oficios (INMA) francesa, que tendrán lugar en Francia del 1 al 3 de abril de 2011. En esta esfera se ha reproducido hasta el último detalle de la parte del mural que el gran maestro Chagall dedicó al Lago de los cisnes de Tchaïkovski.

El arte de la decoración con esmalte grand feu que se plasma en estas obras maestras en miniatura se basa en una técnica ginebrina de siglos de antigüedad que solo dominan unos pocos artesanos.

Chagall presenta una interpretación radiante y deslumbrante de la composición de Tchaïkovski. Predomina el color amarillo, símbolo de plenitud, y la sencillez de la caja de oro delicadamente pulida de 40 milímetros de diámetro realza el efecto. Las miniaturas de esmalte están hechas a mano —con paciencia, esmero y concentración— y reflejan la esencia del Lago de los cisnes de Tchaïkovski. Esta obra maestra del ballet ruso fue el primer ballet compuesto por un compositor de música sinfónica. Al maestro se le ocurrió este cuento de hadas en torno a 1870 para entretener a sus sobrinos, pero acabó siendo la primera obra musical dramática bailada. Tchaïkovski la dotó de la majestuosidad y la melodía de su música; una música que parece resonar en la pintura de Chagall, y cuyo eco perdura en la diminuta esfera de esmalte del modelo Métiers d’Art. Es el resultado del magnífico legado artesanal de los cabinotiers, un bien muy preciado de Vacheron Constantin, del que también hace gala en el fondo de la caja, que, al abrirse, deja al descubierto un grabado elaborado por la manufactura en honor a Marc Chagall.

En el interior del reloj late rítmicamente el calibre 2460, un movimiento automático que ha sido desarrollado y manufacturado íntegramente por Vacheron Constantin. Una obra de arte así de sensacional no merece otra cosa que un mecanismo perfecto. Este, además de ser absolutamente fiable, ha sido distinguido con el famoso Punzón de Ginebra, que da fe del funcionamiento perfecto de un acabado excepcional, fruto de la excelencia tradicional de la alta relojería ginebrina.

Los trece modelos restantes se fabricarán en los tres próximos años, y cada uno de ellos estará dedicado a uno de los compositores que aparecen en la obra monumental de Chagall. Las manos expertas de los esmaltadores darán vida a Adam, Moussorgski, Mozart, Wagner, Berlioz, Rameau, Debussy, Ravel, Stravinsky, Verdi, Beethoven, Gluck y Bizet.

La colección Métiers d’ArtChagall & L’Opéra de Paris se centra en el arte de la decoración con esmalte grand feu, una de las tradiciones artesanales más extraordinarias de la alta relojería. En la técnica ginebrina se utiliza un esmalte grand feu que alcanza su punto de fusión a una temperatura extremadamente alta, entre 800 y 900 grados centígrados, de ahí su pureza y su duración excepcionales.

Vacheron Constantin adoptó y cultivó este Métier d’Art en una fase temprana de su desarrollo, y es un oficio artístico tan singular que, en todo el mundo, solo unos pocos artesanos pueden presumir de haber desentrañado sus secretos. El dominio de la técnica de la decoración en miniatura con esmalte requiere una disciplina férrea, y es el arte que mayor pericia exige al maestro esmaltador.

Para empezar, el artista aplica una base de esmalte blanco, y extremadamente duro por su elevado punto de fusión, sobre una esfera de 1 milímetro de grosor y 31,5 milímetros de diámetro. La esfera se somete a una primera cocción a una temperatura de aproximadamente 900 grados centígrados para que pueda resistir las sucesivas y repetidas cocciones en el horno. Sobre este «lienzo», el artista esboza los motivos decorativos con un pincel provisto con dos o tres pelos de marta, y reproduce la pintura en miniatura con mano firme, sirviéndose de una lupa binocular potente. El proceso consiste en dar unas pinceladas de los colores elegidos en diferentes lugares y en un orden muy preciso, empezando por los tonos más suaves y acabando por los más puros y vivos. Después de haber cocido la esfera alrededor de veinte veces en el horno a temperaturas de entre 800 y 850 grados centígrados, el dibujo empieza a tomar su forma definitiva. De una fase a otra del proceso, el fuego vitrifica los colores, que van cambiando y haciéndose más intensos y más definidos. La experiencia del esmaltador desempeña un papel clave y determinante. No solo debe calcularse bien el número de cocciones, sino también la cantidad de sustancia aplicada, y el tiempo de cocción exacto es uno de los secretos artesanales mejor guardados por el artista. Hasta que llega el momento de dar el toque final a la obra, el esmaltador se enfrenta a todo tipo de escollos. Además, el esmalte es un material frágil, y a veces refractario, que puede «explotar» cada vez que se saca del horno. Por lo tanto, en las fases de enfriamiento se ha de tener mucha paciencia para evitar los cambios bruscos de temperatura. Cualquier error puede tener unas consecuencias irreversibles y obligar al artesano a empezar desde el principio. Al finalizar el proceso de decoración en miniatura y cocer el esmalte por última vez, normalmente se aplican dos o tres capas de un fundente, concretamente un esmalte transparente, al objeto de proteger el trabajo del inexorable paso del tiempo. Después de cocer este fundente a 800 grados centígrados, se pule la esfera con una piedra abrasiva. A continuación, se procede a la última vitrificación, y se pule el resultado para que la obra luzca esplendorosa y resplandeciente.

Vacheron Constantin es una de las pocas empresas de relojes que se dedican a elaborar unas esferas de esmalte tan sofisticadas como esta. La disciplina del esmaltado requiere meticulosidad, muchísimo cuidado y una paciencia infinita, y es ante todo un reto artístico arduo que solo acometen los artesanos más virtuosos. Como defensora de las tradiciones artesanales más antiguas y preciadas de la relojería ginebrina, la manufactura está decidida a perpetuar tales oficios artesanales, animada por la firme convicción de que constituyen una joya de un valor inestimable.

No cabe duda de que fue la pasión lo que llevó a Marc Chagall a asumir el reto que André Malraux, el entonces Ministro de Cultura francés, le planteó en 1964: pintar el techo de la Ópera Garnier. El artista recibió la inesperada propuesta después de una función de Dafnis y Cloe, el ballet en el que había colaborado, ocupándose del decorado. El atrevido proyecto levantó mucha polémica y encontró múltiples opositores, quienes temían que hiciera peligrar la armonía entre el estilo del auditorio, que había sido diseñado por Charles Garnier, y el del techo, que estaría decorado por un artista contemporáneo. Solo un visionario podía haber materializado esta idea, y solo un artista audaz podía haberse atrevido a pintar un monumento artístico que data del Segundo Imperio francés.

Chagall transformó el techo de la Ópera en un inmenso cielo poético, en el que se arremolinan héroes de óperas, músicos geniales, amantes entrelazados y personajes legendarios. La gama de colores vivos y discretamente armónicos de Chagall cubre la antigua pintura de Jules Eugène Lenepveu y 200 metros cuadrados de techo de tal manera que dibujan una preciosa flor radiante, iluminada por los tonos dorados y morados del neoacademicismo de la época de Napoleón III. Cada uno de sus cinco pétalos de colores, en los que predominan, respectivamente, el azul, el rojo, el amarillo, el blanco y el verde, representa a dos músicos famosos, rodeados de algunas de sus obras. En el azul aparecen Moussorgski y Mozart, acompañados de Boris Godounov y La flauta mágica. El amarillo representa a Tchaïkovski y a Adam, con El lago de los cisnes y Giselle. Stravinsky y Ravel destacan en rojo, junto a El pájaro de fuego y Dafnis y Cloe. El verde da un aire nuevo a Berlioz y a Wagner, así como a las historias de amor de Romeo y Julieta y Tristán e Isolda. Por último, el blanco, con unas pinceladas de amarillo, realza a Rameau y a Débussy, que aparecen acompañados de una composición de este último: Pelléas et Mélisande. Las obras de Beethoven, Gluck, Bizet y Verdi figuran en el círculo de la cúpula que rodea la araña de luces central. El mural está salpicado de algunos de los lugares más emblemáticos de París, desde la Torre Eiffel hasta el Arco del Triunfo, pasando por la Plaza de la Concordia, con su obelisco, y, por supuesto, la propia Ópera Garnier.

La moderna, chispeante y vibrante creación de Chagall, quien la describe como «el reflejo vistoso de los vestidos de seda y las joyas que adornan los hombros de las mujeres más hermosas de París», está dotada de una musicalidad cautivadora a la par que sutil, acompasada por los colores. El artista, un maestro reconocido en su campo, orquestó la obra en torno a cinco temas predominantes, y cada uno de ellos luce pinceladas de los otros cuatro, al igual que en una obra musical se aprecian sonidos y temas entremezclados. El cromatismo exquisito y el equilibrio casi sinfónico del techo confieren una armonía perfecta al interior de una joya imbuida de historia, esplendor y simbolismo. La magia surte efecto: pasado, presente y futuro se dan la mano en el arte, tal como sucede en cada uno de los relojes de Vacheron Constantin.

Características técnicas

Más información: Vacheron Constantin.

Salir de la versión móvil