Ha pasado ya medio año desde el traslado del ABaC, restaurante de Xavier Pellicer, del barrio del Born de Barcelona a las nuevas instalaciones de la Avenida Tibidabo. A pesar de que las obras de su nuevo local se demoraron más de lo deseado (principalmente las del edificio anexo, un pequeño hotel con 15 habitaciones de lujo), el resultado ha sido francamente espectacular. Además, para aligerar la espera, a finales del año pasado, cuando ni siquiera estaba aún operativo en la nueva ubicación, la guía Michelin decidió otorgarle la segunda estrella, galardón que no ostentaba ningún restaurante barcelonés desde que Neichel fue desposeído del doble premio en 2003.
A la cocina de Pellicer, técnica y muy perfeccionista (no en vano fue varios años jefe de cocina de Can Fabes, el restaurante triestrellado del controvertido Santi Santamaría), se le une ahora un moderno local, muy amplio en sus interiores y de entorno ajardinado, que destaca al mediodía por su luz natural y para las cenas por la buena iluminación artificial interior y exterior.
Ya en una de las 14 mesas disponibles, ovaladas y generosas, podremos degustar una cocina trabajada y de materia prima muy bien seleccionada, gracias a los numerosos proveedores especializados que utiliza Pellicer según el tipo de ingrediente. La elaboración, hecha con mimo en la enorme cocina de 200 m2 que el propio chef diseñó, intenta aportar al comensal una combinación de sabores equilibrada, pero donde cada elemento sea protagonista y, a la vez, forme parte de un todo, que deberá ser finalmente el resultado armonioso que permanezca en nuestro recuerdo al salir del local.
Entre las técnicas que mejor domina Pellicer, es todo un maestro en las cocciones al vacío, manteniendo intactas las propiedades, aromas y sabores de los ingredientes.
En las especialidades del chef, encontramos su famoso foie al vapor de bambú, suave y exquisito, muy diferente al foie al que estamos acostumbrados; tampoco pasan desapercibidos los pulpitos con hamburguesa de pies de cerdo y butifarra, el lomo de atún con chips de alcachofa, o las mollejas de ternera con cebollitas.
Buena selección de panes y su carro de quesos es, quizás junto a Drolma y Neichel, uno de los más completos que ofrece la ciudad de Barcelona.
El servicio, aunque acusó el cambio de local y perdió un poco los automatismos adquiridos, va cogiendo el ritmo y se va acercando al buen nivel que había demostrado en el emplazamiento de la calle Rec.
Eso sí, los precios no son precisamente asequibles, principalmente en el apartado de los vinos –donde, por cierto, lucen una extensa carta, con grandes referencias nacionales e internacionales y en la que, para que no te lleves un disgusto inesperado, el somelier te indicará sus recomendaciones mostrándote la carta para que puedas echar un discreto ojo al precio-. Una cena para 2 puede salir entre los 200 y los 250 euros más bebidas.
Un local de excepción para una velada de excepción.
Colaboración especial: Dani – CaviarBCN