Magia de la ornamentación, magia de la mecánica… La Manufactura pone de manifiesto el tiempo bajo un día nuevo, lo transforma en chispeantes joyas que hacen malabarismos con las materias. Este año, las nuevas piezas de Alta Joyería rinden homenaje al tiempo donde la magia de la relojería se encuentra dignamente evocada por las artes decorativas.
El genio y el talento para la interpretación de los artesanos joyeros de la Manufactura ponen de relieve la Alta Joyería. Como respuesta a la maestría de los maestros relojeros se impone la virtuosidad de los engastadores: verdaderos artistas, no cesan en su trabajo para superarse en cada obra, cubriendo los relojes con el misterio del engaste nieve y respondiendo a las exigencias estéticas más particulares, como las que se imponen para la decoración de las cajas reversibles. Haciendo eco de los métodos tradicionales, la búsqueda constante de perfeccionamiento e innovación invierte cada gesto y hace de cada reloj una parte única magnificada por la mano del hombre.
En los talleres de la Grande Maison, el arte es una vocación, la magia es una segunda naturaleza.
Master Tourbillon Wild
Entre las líneas Art Decó de esta pieza excepcional se leen la audacia y la exhuberancia creativa de Jaeger-LeCoultre. El tourbillon se despierta a las 6 horas sobre un abanico de diamantes, nácar y plumas verdaderas de pavo real y Numida Meleagris. Los materiales nobles y preciosos mezclan sus texturas y sus tintes en una fastuosa marquetería estilizada que opone sus líneas rectas a la redondez de su caja. Esculpida en oro blanco o rosa, estrena su última piel y viste su carrura de diamantes. Las asas adoptan una silueta femenina, el bisel engastado un perfil inclinado y la corona una nueva estética con un diamante cabujón. Un tesoro artístico donde el menor detalle rinde homenaje al talento de los artesanos de la Manufactura. Como si de un escenógrafo se tratara, el Calibre Jaeger-LeCoultre 978 maniobra entre bastidores su tourbillon automático con la perfección mecánica que marca desde hace tiempo las más bellas horas de la Grande Maison.
Reverso Squadra Art
Unos fuegos artificiales de diamantes y zafiros con vivos colores tapizan el Reverso Squadra Art de un resplandor chispeante. Trabajado en camafeo, su engaste nieve lo confina a lo sublime. Esta técnica inventada por Jaeger-LeCoultre necesita de la pericia del artesano joyero para obtener un efecto voluptuoso y escarchado sin igual. Disponiendo de una gran paleta de piedras preciosas talladas y ajustadas individualmente, acurrucadas las unas junto a las otras, juega con los colores y los diámetros, con el fin de hacer desaparecer el oro blanco de su caja y de su esfera. La complejidad de la obra se acentúa con una armonización del engaste llevada al extremo, cualquiera que sea la posición del reloj, tanto en el anverso como en el reverso. Por fin, un engaste extraordinario con una mecánica de excepción: el Calibre Jaeger-LeCoultre 822 palpita bajo el parterre centelleante.
Reverso Grande Neva
Majestuoso, el Reverso Grande Neva ondea bajo la luz de sus diamantes. La alternancia entre el metal y las piedras crea una sensación de movimiento que se apodera del tiempo y nos recuerda que es infinitamente precioso. Las olas engastadas serpentean sobre el reloj reversible: en el anverso, finas gotas de diamantes salpican la esfera de espejo pulido; en el reverso, el engaste nieve inunda la caja y dibuja una rivera que ondea entre las líneas de oro blanco. Rivalizando en pureza, las gemas destilan su claridad y ajustan sus diámetros que van de 0,5 mm a 1,6 mm para enrollarse mejor alrededor de la caja. La miniaturización depende sin lugar a dudas de un gran arte. La corona pavonada y puntuada con un cabujón nos lleva al corazón mecánico, el Calibre Jaeger-LeCoultre 822, manufacturado y decorado completamente a mano.
Master Compressor Diving Tourbillon Céramique
Nitidez cristalina de diamantes, intensidad de la cerámica negra. Silueta femenina, elegancia deportiva. Complicación relojera, estética joyera… Jaeger-LeCoultre reinventa el reloj de buceo para mujer osando las paradojas. El guardatiempos desgrana las horas con tanta fuerza como con elegancia y feminidad. La caja escoge la alta tecnología con la cerámica negra, sublimada por un pulido manual, que viene a subrayar notablemente sus generosas dimensiones y sus contornos contemporáneos. Por otro lado, el bisel en oro blanco opta por el refinamiento clásico de los diamantes talla baguette. La esfera negra guilloché juega también con los contrastes con un centro pavonado completamente con diamantes talla brillante que iluminan la más emocionante de las complicaciones relojeras. En su corazón, el Calibre Jaeger-LeCoultre 978, tourbillon automático, se estremece con la regularidad requerida, seguida por el vaivén de una masa oscilante tallada en oro.
Más información: Alta Joyería Jaeger-LeCoultre 2010